
Todos lo sabemos ahora, el Covid 19 ha sido el acelerador de muchas cuestiones que ya venían creando un efecto de bola de nieve desde hace tiempo: el teletrabajo, el comercio online, la deslocalización, los espacios polivalentes…. y por supuesto, el gran tesoro de disponer de un jardín o una espaciosa terraza.
Este proyecto en el que nuestra clienta llevaba pensando tiempo, también fue parte de esa aceleración. Casi 100 m2 de tesoro oculto en una azotea entre moho, cables al descubierto, óxido y escombros.



Para crear el concepto, nos inspiramos en todo aquello que este año parecía inalcanzable y que en el pasado formaba parte de esos planes de verano fáciles y despreocupados.
Imaginamos una combinación de chiringuito de playa Ibicenco o Menorquín con amplia zona de chillout, en el que pasas el día con amigos hasta la caída del sol, tomando unas cervezas en la barra del bar o disfrutando de una cena con cálidas luces.
El cañizo y paredes encalados de blanco, la cocina de obra con puertas rústicas de madera, aprovechando los recovecos de las chimeneas, conectaban con la teka maciza de la magnífica mesa de comedor (PLMdesign). Este ambiente, junto con los amplios sofás de obra, fueron los puntos claves de la transformación.
Toda esta luz que habíamos conseguido, casi cegadora en verano, la compensamos con los textiles en colores tostados de Gancedo, alfombras de KP, las sillas de cuerda (Vackart) y los maravillosos maceteros de barro patinados por un artesano ceramista de la zona del Ampurdá para las plantas.
La combinación de blancos y neutros era irresistible para incorporar una potente dosis de color en tonos rojizos (colores Frida, los llamamos en nuestro Moodboard)


Y este fue el resultado…


Deseamos que los propietarios disfruten de este tesoro escondido en medio de esta gran ciudad, tanto como lo hemos hecho nosotros construyéndolo y realizando este Shooting.
A su Salud! nunca mejor dicho en estos momentos 🙂

*Las imágenes de esta publicación son propiedad de la autora.